Arquitectura Moderna
El primer piso de esta obra consta de una hermosa pastelería. Café
vienés del 1890, con dulces de pistacho traídos desde Estambul y
paletas (o príncipes) de manjar de La Ligua. La pastelería es
atendida por dos señoras de la tercera edad que cantan suavemente
mientras atienden con calma a la poca gente que llega a este lugar.
Las dimensiones de este primer piso son desconocidas - los planos
de este hito de la arquitectura moderna se perdieron en el último
tsunami que arrasó con el resto de la ciudad - pero el cubo de luz
central es definitivamente el alma de este homenaje arquitectónico
a la delicadeza de la crema vienesa y al abrigo de paz de mujeres
de edad.
El callejón lateral lleva a una pequeña escalera por la que se
puede subir al segundo piso de un azul profundo que hace suspirar a
cualquiera. Cuenta con pintura de última generación capaz de
inducir movimientos contínuos sobre toda superficie. El movimiento
suave de esta pintura de azul profundo nos hace sentir que
efectivamente podemos respirar bajo el agua. Es casi imposible
escapar de esta ilusión, y son pocos los que pueden estar en este
cuarto en otra cosa que no sea un traje de baño. Unas horas aquí y
uno sale refrescado y renovado.
Pero tal vez es el tercer y último piso el más curioso de todos.
Está especialmente diseñado para los amantes del deporte y el
entrenamiento. Todo aquí está hecho de plomo. Poner la mesa, pasar
la aspiradora, ordenar la pieza, etc., toda actividad cotidiana
significa un esfuerzo físico enorme. Sus dos ocupantes han sido
capaces de perder 8 kilos en tan sólo dos meses viviendo aquí.
Ahora lucen hermosos y esbeltos, han reducido su presión arterial,
e incluso han mejorado su sueño ya que se acuestan extremadamente
cansados. Es un espacio de arquitectura capaz de transformar todo
cuerpo que lo habita.
El Descuidista